El colegio se emplazó en un terreno baldío, en un barrio con grandes necesidades sociales y de difícil acceso, revitalizó el barrio y de a poco se fue instalando en el corazón de la comunidad. Desde el inicio el colegio puso al centro de su quehacer la dimensión humana de cada estudiante y de sus familias y sentó las bases para, desde ahí, poner énfasis en las expectativas académicas, respetando siempre los talentos e individualidad de cada niña y niño que en él se educan.
Lugar sencillo y acogedor
Loreto destaca los elementos diferenciadores del colegio. El primero es ser un establecimiento inclusivo, tanto por la diversidad racial que se hace evidente al visitarlo y conocer la gran cantidad de familias haitianas que encontraron en él un espacio de acogida e integración, como también porque “al interior del colegio hay una aceptación del otro. También dentro del aula, nos preocupamos por llegar a todos los niños, sin diferencias, tratando de acercarnos a ellos desde su diversidad”.
Agrega que otro sello construido durante estos 15 años, es ser un colegio de altas expectativas. “El colegio, la comunidad y el profesor que ingresa al colegio Juan Luis Undurraga debe tener altas expectativas porque lo principal es creer en los estudiantes. Creer que a pesar de que estamos en un lugar complejo, ellos pueden sacar lo mejor de sí y llegar alto”, declaró Loreto.
Tal como reza la Oración Belén, la directora también define al colegio como un lugar sencillo y acogedor. Tan cierto es esto que, aunque en la comunidad vecina algunos no conocen al colegio por su nombre, sí lo señalan como “el colegio Belén. Creo que esa palabra dice mucho de lo que es el colegio: es un lugar humilde, familiar, sencillo, como lo fue Belén para Jesús”.
La directora describió a los mil 600 niños, niñas y jóvenes del colegio, como estudiantes que muestran, comparten y se enriquecen con su diversidad de estilos y formas culturales y, principalmente, “son tremendamente cariñosos”, con espíritu crítico, que se muestran su disconformidad frente a la desigualdad, que no son ajenos a lo que sucede en su país, que quieren aportar y ser parte del cambio. “Tienen ganas de cambiar su historia, de salir adelante, de estudiar, formarse y también de contribuir al país. Se han ido dando cuenta de que, si quieren generar el cambio, las cosas más importantes se consiguen a través de los estudios” comentó.
Resultados de 15 años de vida
Loreto Lillo valoró los logros del colegio en sus especialidades de Gastronomía y Telecomunicaciones, donde han ganado diversos concursos y que el colegio sea valorado en la comunidad por el programa PIE. Muchas familias, ya no solo del sector, sino que de la comuna, busquen en él un espacio de formación para sus hijas e hijos.
Otra satisfacción importante es el acceso de los egresados a estudios superiores. “Todavía recuerdo a esos primeros estudiantes que ingresaron a la universidad, el primero lo hizo a la Pontificia Universidad Católica a estudiar Pedagogía” y desde entonces la lista de estudiantes que optaron por diferentes carreras en muy buenas universidades es inmensa. “Todos nos sintieron enormemente orgullosos cuando ingresó el primer estudiante del colegio a la carrera de Medicina en la Universidad Católica”, dijo aludiendo a Brandon que cursa cuarto año de su carrera.
También valoró otros talentos que enorgullecen al colegio, como los jóvenes músicos de la orquesta, los del taller de fútbol o cuando aquellos que hace dos años “ganaron el primer lugar de El Mercurio de los estudiantes. Esto muestra que solo falta la oportunidad y colegio es esa oportunidad. Yo creo que ese es el principal logro, convertirse en la oportunidad para el desarrollo integral de la persona”.
De profesora a directora
Loreto Lillo cuenta que desde que llegó a trabajar al colegio el 2006, este siempre la hizo sentir líder. “Como profesora en aquel año, me sentía tremendamente desafiada a liderar cambios en un grupo de estudiantes y eso no ha cambiado”. Hoy, siendo directora, claramente la responsabilidad es mayor, pero comenta que es el mismo desafío que tenía como profesora, la misma energía y compromiso porque hay mucho por hacer y aportar para acortar las brechas de desigualdad no solo en el ámbito educacional, sino también en todos los que componen la realidad familiar de los estudiantes.
“En el colegio Juan Luis Undurraga se es líder sin importar si eres director, subdirector, profesor, porque ser líder aquí implica ser parte de un cambio del país. Significa ser parte de algo importante, que lo que haces en este lugar afecta a otros en forma positiva”, valoró.
“Nuestro colegio es un colegio Belén, en el que se ve a Jesús en la cara de los niños. Es un lugar que nos invita a ser mejores personas, nos desafía como seres humanos, a ser más empáticos, a entregar amor y en eso también se traduce la educación, lo que hacemos, lo hacemos con cariño y por nuestros niños”, destacó.
“Me levanto en las mañanas y pienso “vale la pena”. Voy contenta al colegio. Me gusta trabajar donde estoy, eso también me hace feliz”, dijo satisfecha.
15 años creciendo sin parar
Al mirar hacia atrás, Loreto Lillo cuenta que el colegio ha ido cumpliendo etapas. Hace 15 años la aspiración era recibir muchos estudiantes y formarlos con amor. Muchos de ellos eran los primeros en terminar la Enseñanza Media. Eso sentó las bases para, desde ahí, poner énfasis en lo académico.
Aquello permitió que el colegio fuera cosechando buenos resultados y despejó la ruta para elevar las expectativas. Entonces el colegio integró estas dos dimensiones y hoy transita en un equilibrio, buscando el desarrollo integral de los estudiantes.
Aprendizajes en pandemia
El principal aprendizaje de este periodo ha sido la importancia que tienen las familias y su fluida comunicación con el colegio. Loreto Lillo señala que ellas son el eslabón que mantiene conectados a profesores con sus alumnos “son un pilar fundamental para llegar a los estudiantes y con ello a su aprendizaje”.
Otra lección que han dejado estos días es que los profesores del colegio Juan Luis Undurraga “siempre y en todos los contextos dan todo por nuestros estudiantes”. Esto lo han demostrado con creces al buscar todas las formas para llegar a sus alumnos, no solo para impartir sus clases y cumplir con los programas, también se preocupan de su bienestar, de ellos como personas integrales.
Es así como se pueden rescatar bellas experiencias de situaciones difíciles. Esta coyuntura también ha evidenciado que en Chile falta mucho por hacer para superar la inequidad. La necesidad de impartir clases de manera remota dejó al descubierto que la mayoría de los estudiantes de este colegio no tiene acceso a los medios tecnológicos, no tienen internet, viven en casas precarias con espacios limitados que dificultan el estudio. Estas brechas muchas veces no son percibidas cuando los niños asisten al colegio, pero conocida esta realidad, abrió una nueva esfera donde la institución tiene que ser un aporte, “lograr que, como otros estudiantes, ellos puedan acceder a distancia, a su educación de calidad”, comentó la directora.
Desafíos pendientes
Un colegio sin metas no es un colegio, aseveró Loreto Lillo y comentó que siempre se están desafiando hacia la estabilidad de los buenos resultados académicos y apuntando a que un alto porcentaje de ellos ingrese a la educación superior. A estos retos se suma el desafío de formar a las nuevas generaciones en el respeto y la empatía. “Es muy importante que sean capaces de cuidar al otro, de respetar al otro y sus diferentes opiniones. Es súper importante enseñarles a quererse y a aceptarse”, dijo.