Pamela Vergara es la jefa de Arte de Belén Educa. De profesión docente y licenciada en Artes, Pamela ha dejado su sello característico en Belén a través de sus ilustraciones y diferentes proyectos presentados para potenciar el desarrollo del arte en niños, niñas y jóvenes.
Para ella, el arte nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. Lo describe como un recurso fundamental en el aprendizaje del ser humano, que nos ayuda ser creativos, críticos, reflexivos, lo que se transforma en habilidades fundamentales para la vida.
Hoy conoceremos mejor su gusto por el arte. Nos comparte su mundo lleno de color y formas que buscan que todos puedan encontrar su manera de expresarse.
Desde muy chica. Mi experiencia en el colegio no fue muy positiva en términos académicos. Me costaba mucho seguir las instrucciones de los profesores, había asignaturas que de verdad no se me daban, como Matemática, Ciencias, Física, Química.
Me costaba muchísimo comprender esa lógica muy racional de cómo había que responder esos aprendizajes, entonces me distraía mucho y comenzaba a dibujar en las esquinas de mis hojas de los cuadernos. Entonces en vez de seguir la clase, me quedaba pegada en esos dibujos que empezaba a generar primero con lápiz grafito, después con lápiz a pasta. Creaba unos espacios imaginarios en el cuaderno.
Luego de eso llegó una profesora al colegio que fue muy marcadora, porque primero no sabía que tenía alguna habilidad artística, no era algo que yo sabía que tenía desarrollado de manera evidente. Yo dibujaba y en la casa siempre tuve muchos materiales y me gustaba hacer mucho manualidades, pero no era algo que se me explotara de manera evidente. Fue en un trabajo en particular, que la profesora nos hizo en 5° básico, donde nos hizo diseñar un mural. Nos habló de la Brigada Ramona Parra y ahí fue cuando volé con los colores y la forma. Me acuerdo que ahí hice mi primera obra. Y desde ese momento, descubrí y mis papás también, que había algo ahí que debíamos explorar.
A los 14 años, cuando estaba en plena adolescencia, estaba muy desmotivada con el colegio porque yo creo que estaba en un colegio que quizás no era el adecuado para mí. Tal vez yo necesitaba otro tipo de educación, pero en ese minuto mis papás estaban un poco preocupados por mí y entonces mi papá, que trabajaba en el sector de Pío Nono, en Bellavista, buscó un taller de pintura y dibujo. Todas las tardes iba a clases de pintura y dibujo. De lunes a viernes comencé a ocupar mi tiempo en estas clases, con una profesora que fue maravillosa y en un lugar donde yo era de las más chicas y había personas adultas que iban a pintar. Ahí tuve un desarrollo en cuanto a técnicas, al conocimiento de artistas, artistas chilenos, occidentales.
Desde el día que entré a esos talleres y gracias al impulso y apoyo de mis papás, logré terminar mi año escolar. Me fue bien, logré entrar a estudiar Arte, me licencié en Artes en la Universidad de Chile. Me fue súper bien, tuve mención pintura, aprendí con grandes maestros, con grandes artistas chilenos.
Por vueltas de la vida llegué a trabajar a la Casa de la cultura, artes y oficios de La Legua y me puse a hacer talleres para las dueñas de casa, para niños. Ahí fue donde descubrí que me encantaba enseñar lo que yo sabía hacer. Descubrí que el arte no podía quedar encerrado en un taller, sino que tenía que compartirse. No me interesaba mucho el mundo de las galerías o el circuito artístico porque yo era más tranquila, más reservada, por lo que no me movía mucho en ese ambiente, pero sí me gustaba mucho el trabajo social.
Justo en esos años el capellán de la parroquia era Mariano Puga y yo lo conocí, trabajamos juntos, me apoyó en un montón de proyectos y me acuerdo que en una de las tantas conversaciones, él me dijo que los talentos que uno tenía, los tenía que compartir con otros. Y esto fue determinante porque ahí dije: “Esto es lo que yo tengo que hacer, yo tengo que ser profesora” y ahí entré a estudiar pedagogía en la Universidad Católica y al terminar entré a trabajar en la Fundación Belén Educa.
Cuando empecé a trabajar con niños, es cuando comencé en el mundo de la ilustración. Me fui encantando con los libros ilustrados. Cuando hacía clases, todos los inicios de clases les leía un cuento. Entonces empecé a adquirir muchos libros, a conocer un montón de ilustradores que me volaron la cabeza hasta el día de hoy y ahí es cuando dije: “yo quiero hacer esto, yo quiero hacer libros para niños”.
He tomado talleres con los mejores ilustradores que hay en Chile, que posteriormente con ellas nos hicimos muy amigas y eso me ha dado la oportunidad de llevarlas a Belén, a hacer talleres con los profesores. Hace dos años decidí no tomar más cursos y comencé a decantar lo que había aprendido y ver cuál es mi obra, cuál es el eje de mi ilustración.
Mi primera ilustración la hice en un taller de ilustración en el Bellas Artes que lo hacía Loreto Salinas con Alejandro Oviedo. En el mundo de la ilustración se llaman “encargos” cuando la contraparte te pide hacer algo. Generalmente los ilustradores trabajamos por instrucciones, entonces en ese taller nos enseñaron a trabajar distinto, como ilustrar distintos conceptos. Era un taller muy entretenido, porque teníamos que hacer mucha producción y terminamos haciendo un librito, desde por ejemplo ilustra tu casa, tu rostro, tus colores preferidos, entonces a partir de tu propia biografía se tenían que elaborar distintas imágenes que se transformaban en pequeñas ilustraciones.
Me acuerdo de que en este taller me gané un libro cuaderno de Loreto Salinas que hoy es una gran amiga con quien tenemos mucho contacto. Esto me marcó porque muestra las vueltas de la vida y en este mundo de la ilustración, los ilustradores son súper generosos, muy amables con sus conocimientos y pertenecer a ese gremio genera que yo tenga esas mismas ganas de compartir mis conocimientos.
Para mí el trabajo de la ilustración es un trabajo súper personal, entonces de alguna manera todas las ilustraciones que hago son significativas, porque en todas uno reproduce ciertos momentos que son muy significantes.
En estos minutos no tengo ninguna que sea más significativa que otra. Todas tienen importancia por el momento en que están hechas.
Aún no logro publicar un libro con solo mis ilustraciones. Creo que cuando haga ese trabajo, que todavía está pendiente, aparecerán varias cosas significativas.
El arte nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. Yo diría que es un recurso fundamental en el aprendizaje del ser humano, ya que nos ayuda ser creativos, críticos, reflexivos, lo que se transforman en habilidades fundamentales para la vida. Nos ayuda a crear e innovar.
Lo primero que debemos tener claro es que el primer lenguaje que tuvo el hombre para comunicarse fue la representación de una imagen y ese momento tiene que ver con representar una necesidad y esa necesidad tiene que ver con alimentarse. Desde que el hombre nace tiene la necesidad de comunicarse, por lo que esto transforma el arte en algo tremendamente relevante. Lo primero que hizo el hombre no fue hablar, sino que dibujar, representar lo que necesitaba en ese minuto, por lo que es sumamente importante ser muy respetuosos con esos procesos de los niños, respetar su necesidad primera de expresarse. Dejar que dibujen, que experimenten, que exploren. No encasillarlos en una dinámica. Que los niños sean capaces de expresarse con los materiales, con las formas con los soportes. Eso es lo primero para todos, respetar la necesidad de mostrar lo que siente.
Es muy importante el desarrollo de la expresión artística en la primera infancia, por lo que el adulto debe proveer las condiciones para que el niño pueda expresarse.
1. Rostro con revistas: tomar distintos tipos de revistas que se puedan recortar imágenes y poder construir un rostro con distintos tipos de ojos, bocas y narices.
Esto ayudará a la creatividad ya que es un juego bastante libre, sin reglas, espontáneo, está en el niño la construcción de ese rostro, sin cuestionar la habilidad artística que se tiene.
2. Dibujar un bodegón: otro consejo para desarrollar actividades artísticas puede ser con distintas frutas y verduras armar una especie de modelo, un bodegón que se puede colocar sobre una mesa, dibujarlo y que luego de esto tenga una utilidad. Podemos invitar al niño a comérselos o a que sean los ingredientes del almuerzo. Lo entretenido de esto es que el niño compone el bodegón, se organiza, lo dibujan y se pueden comer su propia obra.
3. Ciudades de cartón: otra actividad que se puede realizar con los niños es la construcción de ciudades imaginarias con distintos tipos de cajas de cartón, cajas de cereales, de yogurt, de remedios, diferentes tipos. Cortando y ensamblando se construyen espacios que después de jugar se pueden desplegar y guardar para una próxima vez.
4. Figura de huellas: podemos hacer que los niños estampen sus dedos con pinturas, témperas o tinturas en una superficie y que con sus huellas vayan armando una figura. El ejercicio de estampar las huellas sobre un papel, colocando un desafío se pueden construir varias cosas.
5. Animales en bolsa: otro ejercicio puede ser anotar en papelitos diferentes tipos de animales, en otros papelitos características físicas y en otros papeles anotar oficios. Se meten todos los papelitos en diferentes bolsitas y se les pide dibujar lo que digan los papelitos. Esto ayuda a desarrollar la creatividad y a perder el miedo a no saber que dibujar.