El proceso de lectoescritura de primero básico, tan importante y clave para la adquisición de nuevos conocimientos y aprehensión del mundo, ha debido ser asumido en nuevas y complejas condiciones, pero equipos directivos y el cuerpo docente de los colegios, han asumido esta tarea con un alto grado de compromiso.
“No solamente de las profesoras jefes de primero básico, sino que de todo el equipo: docentes, asistentes de la educación, encargados de área que estamos trabajando en primero básico hemos entregado distintas estrategias. Ha sido bastante complejo, en relación con el contexto, pero también ahí se ha visto el gran potencial y talento de todos los profesores y equipos que trabajamos en los colegios y en la Fundación”, aseguró Andrea Hurtado, jefa(i) del área de Lenguaje de Primer Ciclo a nivel fundacional y encargada de área de Lenguaje del colegio Cardenal Carlos Oviedo
Sobre la metodología y actividades utilizadas en este escenario de emergencia sanitaria para desarrollar este proceso, la jefa de área señaló que han intentado que estas:
Dificultades enfrentadas
En una primera instancia, las nuevas condiciones generaron cierta incertidumbre en los docentes sobre cómo desarrollar las clases o actividades en forma remota.
“Sin embargo, esa dificultad se transformó muy rápidamente en profesores desafiados y volcados hacia la enseñanza mediante el uso de nuevas tecnologías. Por lo tanto, la dificultad inicial de trabajo o clases remotas, con todo este aprendizaje y las capacitaciones que han tomado los profesores para poder hacer sus cápsulas y el trabajo más interactivo, se convirtió en una oportunidad para el desarrollo de varios talentos dentro de los colegios”, valoró Andrea.
Superada esta etapa, la encargada reconoció que las dificultades son ahora de tipo social, emocional y familiar. “Muchos papás quedaron cesantes, muchos familiares están enfermos, lo que ha dificultado el tema de que los padres respondan a las tareas y estén conectados con el ámbito educativo. Sabemos que hay prioridades y que hay que dar más cabida a la contención emocional del estudiante, por lo tanto, también hemos dirigido esfuerzos y desarrollado instancias para poder facilitar material y recursos de aprendizaje a los apoderados, para tratar de eliminar esta dificultad que ha sido una gran traba para el trabajo remoto”, explicó Andrea.
Los principales aprendizajes de este proceso
Al mirar hacia atrás estos cuatro meses, la jefa de área destacó dos factores de éxito de este período:
El rol de los apoderados
En general, la adhesión de los apoderados al proceso de lectoescritura, ha sido muy buena. Sin embargo, se debe reconocer que esto también depende de cada situación socioeconómica familiar. Por esto, los profesores, en la búsqueda del reporte que debe generarse desde la casa, han extremado esfuerzos a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos y, en los casos que ha sido necesario, realizando visitas domiciliarias. “Los apoderados ven esa preocupación, por lo tanto, la respuesta es favorable.
Obviamente también hay apoderados que están sumidos en una situación bastante compleja, tanto de salud o en el ámbito económico, por lo que no han visto prioritario el tema educacional de sus hijos. Por lo tanto, nuestro foco también está puesto ahí, en cómo ayudar a esas familias en la contención emocional, ojalá también económica, para que no dejen a sus hijos sin este derecho fundamental”, relató.
Cambio de prioridades
Con el nuevo escenario impuesto por la pandemia, se aspiró inicialmente a que los estudiantes aprendieran, idealmente, lo mismo que en un año normal. Sin embargo, con el correr de las semanas, ocupó un lugar determinante dentro de las prioridades el cuidado y el bienestar, tanto de los estudiantes, como de los profesionales y de toda la comunidad educativa, lo que no significó descuidar el proceso educativo, por el contrario, “el trabajo de los profesores ha sido de una calidad extraordinaria. Creo que la clave en este proceso ha sido equilibrar la preocupación por los aprendizajes de nuestros estudiantes con la contención emocional de las familias, y no solamente de las familias de nuestros colegios y de la Fundación, sino también de las de los profesionales. Ello ha permitido que el trabajo no sea tan agobiante y saber que tenemos flexibilidades, que estamos en un contexto que no esperábamos pero, a pesar de eso, se ve la vocación, el ánimo y esa cultura de dar lo mejor de uno para asegurar el derecho de nuestros niños y niñas a aprender y estar bien”, enfatizó Andrea Hurtado.