El sacerdote jesuita Felipe Berríos, compartió su visión sobre “El rol de los jóvenes en el contexto actual” con los estudiantes de los colegios Belén Educa en el marco del mes de la Solidaridad.
El sacerdote, hoy vecino de “La Chimba”, en Antofagasta, es conocido por las múltiples tareas y proyectos que ha sacado adelante en su opción por los más vulnerables y olvidados, es un activista del mensaje de Cristo, entendiéndolo como la vía para hacer de nuestra sociedad una más democrática, justa y donde todos tengan cabida, oportunidades y respeto.
Al comenzar el encuentro fue bienvenido por el equipo de Formación de Belén Educa y por nuestro director ejecutivo quienes agradecieron la oportunidad de este espacio de reflexión personal y comunitaria que, pese a la distancia física, permitió compartir inquietudes en torno a cómo los jóvenes son los llamados a “hacer un país nuevo. A ustedes les va a tocar rehacer este Chile", como les dijo el sacerdote.
A través del relato de pasajes de su vida, anécdotas y metáforas, compartió un didáctico, profundo y motivador espacio de reflexión con los jóvenes de Belén Educa.
Su reflexión comenzó definiendo el tiempo que vivimos como una “gran obra de teatro” en la que el primer acto fue el estallido social del 18 de octubre pasado, que hizo que la gente saliera a las calles y que, pese a la cultura individualista que nos ha dominado por años, se reuniera con otros en espacios públicos para demandar el fin de los abusos, por un trato diferente entre los chilenos pidiendo que “nos tratáramos mejor, con dignidad, haciéndonos visibles entre nosotros”. señaló.
El segundo acto, como dividió el escenario actual el sacerdote, es el que estamos viviendo hoy. La pandemia ha evidenciado lo frágiles que somos y todas las reivindicaciones que se pedían durante las movilizaciones pasadas “se han ido mostrando”, aseguró. Lo que está por venir es el tercer acto, “para el que ya se tiene fecha, el 25 de octubre, cuando entre todos, los chilenos decidamos qué país queremos, en qué país soñamos”, afirmó Berríos.
En este contexto, comentó, los jóvenes están viviendo un momento especial, haciendo un paralelo con su etapa de estudiantil que se desarrolló en dictadura, señaló que “nosotros no nos dábamos cuenta de que formábamos parte de un país que volvería a la democracia y que teníamos que luchar por eso”, en este sentido señaló a los jóvenes que a ellos, hoy, les pasa algo parecido “les tocó vivir un año fascinante y estresante y están aprendiendo que no habrían conocido en otro escenario”, han aprendido de temores e incertidumbres pero, también, de la solidaridad y el apoyo. Agregó que, en esta inseguridad, nos hemos acercado más a Dios.
De este contexto deriva “la tarea más linda que puede tener la juventud, hacer todo nuevo” y para ello servirá todo lo que han aprendido humanamente durante este año, “son la juventud que le tocará rehacer este Chile”. Para esta tarea, agregó el sacerdote, tal vez no se tenga todo lo necesario pues “contaremos con la tecnología del siglo XXI pero con los recursos de los años 80”, sin embargo, los invitó a tomar el desafío porque, si se tiene el deseo, se puede hacer de Chile un país de gente más contenta y unida, donde todos, pese a sus diferencias, tengan un lugar. Hoy, señaló, llegó el tiempo de los jóvenes, quienes tienen “el deber de hacer un país nuevo” y los llamó enfrentar este reto sin miedo, porque “el miedo paraliza, a lo único que deben temer es a no habérsela jugado por algo”.
“Prepárense, este no es un tiempo perdido, este es un aprendizaje como nunca antes nos había tocado. Tenemos la esperanza puesta en ustedes”, dijo.
Luego se dio paso a preguntas de los asistentes las que trataron temas como la manera de mantener el contacto y brindar apoyo cuando estamos separados; el rol de los adultos para acompañar a los jóvenes en esta tarea; la visión sobre el uso de la violencia para conseguir cambios; cómo conectarse desde los más profundo cuando muchos están viviendo en un contexto de miedo, muerte y violencia; el valor de la educación en pandemia, entre otros. A todas ellas el sacerdote Berríos respondió desde una idea central, para contestar estas inquietudes es necesario entender que somos seres que nos necesitamos unos a otros, que “me debe doler el dolor del otro, es importante dar, pero más importante es darse”.
Al finalizar, el sacerdote compartió un último pensamiento con los estudiantes, respecto al valor de la educación para sus vidas y, evidentemente, para prepararse para asumir el desafío, señalándoles que ella es el “bus” que los acerca a destino, que les entrega conocimientos para desde ahí hacerse nuevas preguntas y “no parar en descubrimientos y aprendizajes, no parar de sorprenderse”, camino en el que destacó la importancia de la presencia del profesor, del ser humano, que entrega mucho más que una materia, entrega una experiencia.
Puedes acceder al encuentro desde aquí...