Buscando formas variadas y eficientes para llegar a los niños, niñas y sus familias durante esta cuarentena, el equipo PIE del segundo ciclo del colegio Crescente Errázuriz, con el apoyo de sus directivos, ideó, planificó, evaluó y puso en ejecución un proyecto que permite llegar hasta los hogares de aquellos estudiantes que por diversos motivos han tenido un porcentaje bajo de entregas de evidencias.
Un auto decorado de cumpleaños, una cajita con regalos y algunas golosinas, mensajes motivacionales, un libro de actividades, el calendario escolar de agosto y septiembre, un tutorial para acceder a las cuentas de Gmail y Classroom son algunos de los elementos que el delivery de aprendizaje reparte llevando no solo material pedagógico, también contención, cariño y apoyo emocional a los estudiantes que más lo necesitan.
Este es el “MOTOCACE” del colegio Arzobispo Crescente Errázuriz. Patricia Zamorano, encargada PIE del 2° ciclo del colegio, nos contó con emoción, agradecimiento y satisfacción cómo se le ocurrió esta idea, el apoyo que encontró y los resultados que ya han podido apreciar.
Tras el fin del primer semestre se analizaron datos, revisaron planillas y se puntualizaron casos. Con ello se evidenció la ardua tarea realizada pero también que, pese a todos los esfuerzos y por diversas razones, no todos los estudiantes lograron unirse a la educación a distancia. Comenzó así la búsqueda de estrategias para llegar a ellos. “Entonces pensé en un delivery de aprendizaje, plasmé la idea en un afiche y sin darme cuenta, ya había preparado desde la planificación hasta su ejecución”, cuenta Patricia.
El paso posterior fue presentar la idea a la subdirectora y enviar el proyecto desarrollado y detallado a la directora y administradora del colegio, para conseguir su aprobación, apoyo y “ver si podíamos obtener algunos recursos que, si bien eran pocos, se necesitaban para comprar cajas, un regalito para los niños, impresora de color, dulces, entre otros” detalló la encargada PIE.
Contando con el apoyo del equipo directivo, Patricia Zamorano compartió la iniciativa con sus colegas del PIE del segundo ciclo: Gerty Arancibia, Nadia Rojas, Paula Flores, Beatriz Riquelme, Constanza Castro, Valentina Boffi, Carolina Riquelme y Alejandra Escorza. “Son las mejores, ellas se motivaron y ofrecieron toda su colaboración”, relató.
Si bien la idea es llegar a todos los estudiantes, en una primera etapa se consideró comenzar con un grupo piloto para evaluar la elaboración y efectividad del programa, de manera de ir extendiéndolo a todos los alumnos que lo necesiten. Este plan se organizó de la siguiente forma:
“En menos de dos semanas ya teníamos todo armado comprado y listo para ser entregado”, relata con satisfacción Patricia.
“Como no solo se entregan materiales, sino que también cariño y contención, decoramos el auto como si fuera un cumpleaños a domicilio: con globos, serpentinas, carteles, etcétera, y además fuimos disfrazadas para así lograr motivar desde la emoción para generar recuerdos y que estos consiguieran movilizarlos”, detalló Patricia Zamorano sobre los recursos que utilizaron para llegar a los alumnos, sorprenderlos, alegrarlos y reconectarlos.
Una vez en las casas de los estudiantes y establecido el contacto, el delivery hace entrega de los materiales:
“Tratamos de que fuera todo lo necesario y que más se pudiese para que los alumnos lograran sumarse a las clases durante este segundo semestre”, explicó Patricia.
“La respuesta ha sido sorprendente. Nos han agradecido infinitamente por haber llegado a sus hogares y preocuparnos por sus hijos, algunos adultos y niños se han emocionado. Realmente ha sido impagable. Lo que más nos ha costado es el distanciamiento social, cuando aparecen en la puerta no dan muchas ganas de abrazarlos, pero no podemos, por resguardo de ellos, su familia y de nosotras mismas”, relató la encargada PIE, quien agregó que en todo momento se explicó a los alumnos que ellos fueron seleccionados para participar en este programa, la importancia de cada uno para sus profesores y colegio y la disposición permanente del equipo para acompañarlos pese a la distancia física. Con esto, se aumentó la valoración de las visitas del “MOTOCACE”.
Patricia señaló que, en este tiempo de pandemia, el trabajo de todos los miembros de la comunidad educativa ha sido arduo, sobre todo el de profesores y educadoras diferenciales, que han debido aprender desde cómo hacer una clase por Internet hasta cómo cumplir el rol contenedor a través de una pantalla.
Esto se extiende a esta iniciativa puntual, donde los equipos son los que han experimentado los mayores aprendizajes. Entre ellos destacan: que la educación no es solo la entrega de contenidos, sino que va mucho más allá, es enseñar todo y acompañar; que la emoción genera recuerdos y que el recuerdo moviliza; que nadie sobra ni da lo mismo y que es necesario atender la diversidad, no solo de aprendizaje, sino que de vida.
“Tengo claro que hay muchas cosas que deseamos hacer pero que no podemos porque están fuera de nuestro alcance, pero también creo que todo es posible cuando se quiere. Esta ha sido una tarea muy difícil e intensa, pero aquí estamos siempre dando lo mejor de lo mejor para cada uno de nuestros estudiantes y sus familias”, valoró Patricia Zamorano sobre el trabajo de docentes y equipos escolares durante esta pandemia.