“Podemos vivir en un territorio y pertenecer a diferentes naciones. Esto no quiebra a un país, nos hacer relacionarnos, compartir y decidir no solo desde la mirada de unos pocos”, explicó el sacerdote jesuita Carlos Bresciani quien vive y trabaja con comunidades rurales y mapuches de la zona de Tirúa, durante la jornada de cierre del ciclo de conversatorio del colegio Silva, dedicado en esta ocasión a analizar el nuevo proceso constituyente a la luz de las oportunidades y aspiraciones de este pueblo originario.
En la instancia, conducida por la encargada de Convivencia Escolar del II ciclo del colegio, Natalia Arzola, el padre Carlos relevó que una nueva constitución redactada a partir de las reflexiones de una convención constituyente donde los pueblos originarios tengan representación y cuyos resultados sean vinculantes, sería una oportunidad, “la primera vez que juntos intentáramos equiparar la cancha, escuchando cómo quieren organizarse política, económica y socialmente y decidiendo cómo quieren construir su futuro y vivir en sus territorios. Esto va a depender del camino que lleve a esta nueva constitución, no da lo mismo si es construida desde la posición de unos pocos” o incluyendo a grupos y sectores que hasta ahora han sido excluidos.
El sacerdote relató parte de lo que llamó una “maravillosa experiencia”. La vida en este territorio de frontera en nuestro país, le ha enseñado cómo vivir en un espacio común del que no es dueño, ni del territorio, ni del dominio y control de las relaciones. Conocimiento que señaló positivo porque es el primer paso para comenzar a tratar con dignidad y equiparar las relaciones en términos políticos y de poder. “Los pueblos originarios y entre ellos el mapuche, no debe ser solo reconocido como pueblo, sino que también políticamente”, comentó.
Sobre la realidad que viven los mapuches en su territorio, indicó que es muy similar a la de otros grupos tradicionalmente olvidados y excluidos, de ahí la importancia de realizar un proceso que incluya a todos. Sin desconocer que efectivamente existen grupos violentos entre mapuches, como los hay también entre chilenos no mapuches, destacó que por generaciones se han originado situaciones de tensión permanente en esta zona.
“Durante 40 años estas comunas han sido de las más pobres del país, cuando el 50% de las tierras está en manos de la tercera industria más rica. Esto es culpa del modelo que no respeta el derecho soberano a decidir lo que queremos sanamente, eso no lo tenemos” y es una de las realidades que explica el descontento y las expresiones de demanda que comenzaron el 18 de octubre pasado, opinó el sacerdote.
Luego, la conversación giró en torno a desmitificar ciertas creencias sobre el pueblo mapuche, donde el sacerdote destacó que de ellos podemos aprender cuestiones básicas e importantes, como a “vivir con la ética de lo suficiente”, que nos haga volver al cuidado del medio ambiente y a relaciones entre hombres y mujeres, como personas iguales. Sobre estos aspectos, indicó, el rol de familias y educadores es clave.
“La convivencia escolar, basada verdaderamente en la diversidad, no entendida como el folclor, sino que dando cabida a las historias, espiritualidades, acompañando los procesos de enraizamiento luego de que muchos han vivido experiencias negativas e despojo y exclusión, es un gran ejemplo de lo que podríamos ser como país”, afirmó Carlos Bresciani s.j., alentando en esta línea el trabajo que ya vienen desarrollando las comunidades de Belén Educa.