Jonathan Villagra tiene solo 20 años, pero desde 2018 cumplió su sueño: convertirse en jugador profesional de fútbol. Este año logró concretar su sueño al pasar al primer equipo de Unión Española, tras su paso como juvenil.

Detrás de ese triunfo hay dos nombres y apellidos: el primero, su madre Mariela Bustamante, que lo animó sin tregua desde que ingresó al colegio Juan Luis Undurraga y descubrió que su pasión era el balón.

El segundo nombre: Carlos Meza, o tío Carlos, como lo conocen los más de mil niños y niñas que han pasado por la escuela de fútbol que formó en el colegio de Quilicura hace ya 12 años.

Justamente esa perseverancia fue reconocida por la Municipalidad de Quilicura, que lo nominó como uno de los delegados deportivos destacados de la comuna por esta enorme trayectoria, este jueves 10 de junio en una emotiva ceremonia.

Para Mariela Bustamente, el tío Carlos fue el aliado perfecto de los sueños de su hijo. “Nos ayudó mucho, nos apoyó, sobre todo cuando Jonathan se perdía semanas completas por sus viajes. Ahí estaba el tío Carlos ayudándonos con las tareas para que no se perdiera. Siempre estuvo al lado de nosotros en ese aspecto”.

Esa presencia fue clave, ya que como comenta la madre de Jonathan “siempre le inculcamos que primero estaba el colegio y después el deporte, y así pudimos lograrlo”. Fue un avance lento, que tomó vuelo cuando Jonathan ingresó a Cobreloa hasta llegar a su actual posición como mediocampista, con intervenciones destacadas en el torneo nacional y ahora, en la Copa Chile.

“Jonathan fue un alumno muy tranquilo y respetuoso. Cuando no tenía entrenamientos de fútbol en su club, siempre estaba ligado a nuestra escuela de fútbol apoyándonos en torneos como la Copa Belén y la Copa Chilectra entre otros. Por eso, el colegio lo apoyó dándole permiso para retirarse de clases para asistir a sus entrenamientos”, rememora ahora el tío Carlos.

Gracias a apoyos como el de Jonathan, y del propio colegio Juan Luis Undurraga, la escuela de fútbol se mantiene convocando a niñas y niños de Kinder a Cuarto Medio, así como realizando encuentros con ex alumnos y apoderados.

Carlos Meza recuerda que los inicios fueron cuando él participaba en un club del barrio y empezó a trabajar en el colegio. “Ahí conocí a varios niños que iban con sus papás a la cancha, pero no podían jugar”.

Ante eso se le ocurrió hacer un taller de fútbol los días sábado en las canchas del colegio. Pidió autorización y se la dieron. Sin embargo, el mayor desafío dice él fue “lograr que los niños y los apoderados confiaran en que podíamos tener las mismas oportunidades que las escuelas privadas”.

Y lo demostraron. Ahí están las participaciones en torneos como el ANFI donde compitieron con escuelas de clubes oficiales y lograron el segundo lugar con el equipo de niñas. Aunque su gran orgullo es haber creado, junto con la red de Educación Física, la Liga Fundación Belén Educa que convoca a todos los colegios de la institución.

Sin embargo, para el tío Carlos lo más importante de esta labor es que han podido mantener los vínculos con sus pupilos. Como él mismo señala “mi mayor alegría es que mi pequeño proyecto creció y se ha mantenido por tantos años con el apoyo de mi esposa”.

En el ámbito más personal, en tanto, confiesa que su mayor orgullo es “mi hijo Alonso Meza, actual estudiante de Pedagogía en Educación Física en la Universidad Central” y exalumno del colegio, también.

Para la familia de Jonathan Villagra, lo realizado por el tío Carlos es parte de la gran formación que aseguran haber recibido en el colegio Juan Luis Undurraga. “Yo le debo mucho a la escuela. Allí le entregaron valores, lo formaron como una persona con humildad, con sencillez. Gracias al colegio, en gran parte, mi hijo está donde está”, señala Mariela Bustamante.

Por ahora, sólo queda un desafío pendiente: “Mi hijo desde el año pasado quiere ir a darle una charla a los niños y niñas del colegio. Quiere entregarles su mensaje: si él pudo, todos pueden, poniendo perseverancia y sacrificio. Le gustaría contar como fue”, y seguramente sus vecinos y admiradores de Quilicura, estarán felices de escucharlo, como él escuchó más de una vez al tío Carlos.