“Aquí estoy, Señor”, respondieron fuerte los 113 alumnos, apoderados y docentes de los colegios Cardenal Raúl Silva Henríquez, Cardenal Carlos Oviedo, Cardenal José María Caro, Arzobispo Crescente Errázuriz, Arzobispo Manuel Vicuña, Juan Luis Undurraga y San Alberto Hurtado, que el sábado realizaron el sacramento de la Confirmación. “Agradezco porque ustedes se atrevieron a decirle sí al Señor, y hoy decirle sí es como nadar en contra de la corriente. Ustedes van a ser el rostro visible de la Iglesia. Ustedes tienen el temple, se han atrevido”, los animó el vicario de la Educación padre Tomás Scherz, quien presidió la ceremonia que se realizó en la parroquia Jesús Obrero en Estación Central. Confirmar la misión “Si le preguntan a Belén Educa por la calidad de la educación, es aquí donde confirmamos nuestra misión. En ustedes, que están llenos de vocación y vida”, les dijo Juan Enrique Guarachi, director ejecutivo de la Fundación Belén Educa. “Hoy el padre Dios les ha regalado el Espíritu Santo, se llevan el don de la sabiduría, del entendimiento y podrán entender todos los idiomas: de los que sufren, de los indignados, de los papás, de los adultos”, les dijo Guarachi a los jóvenes. “Hoy ustedes son capaces de contar con la capacidad de escuchar, de comunicar, de entender y ponerse en acción por los que más necesitan. Hoy, libremente, le han dicho sí al Señor, le han comunicado a la Iglesia, al colegio, al país, que son cristianos, católicos con un sello”, agregó. Testimonio de fe El alumno del colegio Cardenal José María Caro, Aldo González, entregó un emotivo testimonio de cómo la preparación a la Confirmación se transformó en un camino de fe. “La verdad es que decidí confirmarme después de haber comenzado el proceso de Confirmación, debido a que en un principio yo no creía en la Iglesia, pero sí creía en Dios. Un poco por moda, un poco por marcar la diferencia como joven. De todas formas, si quería decidirme por algo debía tener los argumentos de por qué. Fue entonces que decidí aceptar la invitación que nos hicieron y entrar a Confirmación para encontrar los argumentos”, relató. “Primero iba con ideas preestablecidas, pero estando allí aprendí cosas que no me esperaba. Crecí como persona y más que hablar de Dios o de las hazañas que había hecho Jesús o que la Iglesia era el lugar donde se va los domingos a misa por la mañana, aprendí que Jesús nos invita a amar y que Dios está en nuestra vida, en las personas cercanas a quienes amamos. Descubrí que ellos sin Iglesia”, contó. “Mi madre, mi padre, mis hermanos, mis primos, tíos, abuelos, amigos, en aquellos quienes confío y valoro más que todo en el mundo. La Iglesia está en esos hombres y mujeres que tuve la oportunidad de servir dándoles un café y un pan con queso cerca del hospital Padre Hurtado”, recordó. “Entendí, entonces, que Iglesia somos nosotros y que acoge a todos, incluso a aquellos amigos míos que dicen no creer. Ellos también tienen una Iglesia esperando y que a pesar de sus posturas, Dios les sigue confortando y ayudando en sus vidas”, dijo con convicción. Contó que “rezando mucho” se dio cuenta que “hay que valorar los sucesos, los seres, los detalles y los gestos, porque en ellos se manifiesta Dios. Cuando veo que a pesar del problema que tengamos, miramos al frente para superarlo”. “Sé que la Confirmación es cuando nosotros decidimos comenzar a vivir la vida como Jesús lo hizo. Quiero seguir ayudando al próximo y aprendiendo como persona. Yo sé que he aprendido mucho de Dios, pero debemos ser mejores personas y siempre hay algo que aprender”, reflexionó y agradeció muy en especial a su familia, a su comunidad, a tía Roxana, a sus profesores, al colegio y a la fundación “que me han dado muchas oportunidades”. “Gracias a todos porque gracias a ustedes tengo y amor por dar. Gracias a Dios por todo lo que me ha dado en la vida”.