En el colegio Cardenal José María Caro, en La Pintana, hay un rincón que se conoce como “El patio de la Virgen”. Era de tierra, de pared a pared, pero hace diez días su cara comenzó a cambiar para siempre. El viernes 8 de mayo, mientras en varias escuelas se celebraba el Día del alumno, en el Caro había 45 integrantes del Voluntariado Corporativo de Banco Santander que habían reemplazado sus implementos de trabajo, como computadores y celulares, por herramientas como palas, picotas, chuzos y carretillas. Su misión tampoco era la de todos los días, sino ayudar a construir el jardín del patio de la Virgen.
Temprano, donde Alejandra Mehech, gerente de la División Personas de Santander, y Juan Enrique Guarachi, director ejecutivo de Belén Educa, les dieron la bienvenida a los voluntarios y también a los padres, apoderados y alumnos que pusieron manos a la obra. “La fundación hace un trabajo maravilloso en dar educación de calidad en sectores vulnerables. Nosotros no podemos venir a dar clases, porque no es nuestra área de conocimiento, pero sí podemos aportar con ganas y armando este jardín para los más pequeños. Los invito a terminar cansados, pero felices por todos los niños que podrán correr por aquí”, dijo Alejandra Mehech.
Juan Enrique Guarachi agradeció el apoyo incondicional del banco desde los inicios de la misión de Belén Educa y agregó que “estos cambios, que parecen menores, cambian la vida de nuestros chiquillos. Tener áreas verdes y tener un jardín bonito los incentiva a cuidar los espacios comunes, así que le agradecemos a cada uno de ustedes por estar aquí y aportar con sus manos y trabajo”.
Luego de las palabras de Alejandra y Juan Enrique se inició el trabajo liderado por las paisajistas Valeria Jadue y Berta Gutiérrez, quienes diseñaron meticulosamente el nuevo jardín. El grupo de voluntarios se dividió en ocho cuadrillas. Asomarse por una ventana del segundo piso y mirar hacia abajo era ver a ocho grupos de hormigas trabajadoras con poleras rojas y amarillas construyendo un jardín como si se tratara del patio de su propio hormiguero.
Fueron siete horas labores. A todos les tocó picar la tierra, sacar escombros, trasladar plantas, instalar soleras y plantar. Algunas apoderadas animaron al equipo, preparando café y té. Los resultados fueron impecables: cerca de 100 metros cuadrados de jardín para el Primer Ciclo del Caro.
“Las sonrisas de los niños y sus gritos de agradecimiento fueron la mejor paga de nuestro trabajo”, dijo Rodrigo Vergara, parte del equipo Santander, al finalizar el día.
Astrid Carrasco, directora del colegio José María Caro, agradeció la entrega y el sacrificio de los 45 voluntarios y de la comunidad que llegó a ayudar. “Quedamos felices con el resultado y con su trabajo, están aportando a cumplir la misión de transformar nuestro colegio en un lugar sencillo y acogedor”, expresó la directora.