Si Belén Educa fuese un volantín, su primer vuelo habría tenido dos caminos probables, perderse en el aire o mantenerse firme al hilo que lo sostenía. Era el año 2000 cuando aquel volantín se elevó junto a su mayor sueño: mejorar la calidad de la educación de niños y niñas de los sectores menos favorecidos de Chile. Miles de personas lo vieron subir y cientos de ellas sumaron sus manos para mantenerlo arriba. Quince años después, todos son testigos de su vuelo perseverante y valiente, y varias de esas manos siguen sosteniendo firme el hilo.
Para homenajear el trabajo comprometido de las personas que han dedicado 15 y 10 años en Belén Educa, el 24 de noviembre pasado se realizó una ceremonia de reconocimiento en Casa Central. Bajo el volantín como símbolo, varios de los invitados expresaron su agradecimiento a modo de oración, pues para ellos lo que comenzó como una oportunidad laboral se convirtió en un proyecto de vida.
El primer establecimiento que construyó la fundación fue el colegio Cardenal Raúl Silva Henríquez de Puente Alto. Por ello la mayoría de quienes cumplieron 15 años de labor son trabajadores de ese local, uno de los 12 que ahora administra Belén Educa. Entre ellos se encuentra Néstor Larenas, quien se desempeña como portero.
El tío Néstor recuerda que su primer día de trabajo fue el 23 de febrero del año 2000. Esa semana, su tarea fue “armar el colegio” junto a los profesores y directivos. “Fue bonito empezar ese día, de ahí en adelante ha sido bien enriquecedor, porque era totalmente diferente a mi anterior trabajo”. El cambio al que se refiere es porque durante 22 años fue empleado de una fábrica textil, donde permanecía doce horas trabajando en un lugar oscuro, con muy poco contacto con otras personas. De un día para otro estaba en la puerta de un colegio recibiendo a cientos de niños. “Fue un cambio radical en mi vida, porque pude acercarme a mi familia, tener más despejada la mente, también cambié mi forma de actuar”. Durante 15 años, Néstor ha visto muchas generaciones pasar. Para él es gratificante que los alumnos lo incluyan en los mensajes de licenciaturas, verlos regresar al colegio con una profesión o con sus familias. Manos como las de él han sido importantes para construir esta institución no solo en el aspecto material, sino que también es una muestra de cómo se ha forjado una gran familia.
Claudia Messina es ahora la directora del Silva, pero partió en é como profesora. Ella expresó que la labor de cada trabajador es un reflejo de “la fuerza de la vocación”.
Cada persona que forma parte de Belén Educa contribuye para que un niño reciba educación de calidad, para que cumpla sus sueños y para que en el futuro se involucre en la construcción de una sociedad más justa. Como símbolo de esa huella que tanto docentes como funcionarios y directivos han dejado en los jóvenes que han formado y en sus familias, en la actividad de reconocimiento hubo un momento especial: cada uno de ellos pudo plasmar sus manos en bloques de cemento que serán colocados en un mural en la Casa de Retiro Fernando Noseda, en La Pintana. Además, se les entregó una cruz Belén de madera.
Juan Enrique Guarachi, director ejecutivo de la fundación, se emocionó al recordar el inicio de Belén Educa y valoró de manera especial el compromiso y perseverancia de quienes igual que él cumplieron 15 años de labor. También agradeció la compañía y el tiempo que han dedicado todos o que han hecho que este sueño crezca. En este acto también hubo un agradecimiento al trabajo de quienes cumplieron una década de labores y, como ya es tradición, se les entregó la piocha Belén 10 años.