Compartir sin hacer diferencia con los demás. Ese es el principal mensaje que trajeron tres integrantes del Área de Formación de Fundación Belén Educa al regresar de Francia, donde fueron a vivir la experiencia de la comunidad Taizé.
Lorena Contreras, encargada fundacional de Pastoral, Marcela Velásquez coordinadora de Formación del colegio Lorenzo Sazié, y Ricardo González, coordinador de Formación del colegio Carlos Oviedo Cavada, fueron los peregrinos en Europa.
Taizé es una localidad ubicada en la región de Borgoña, zona este de Francia, cerca de la frontera con Suiza. Ese fue el lugar escogido en 1940 por el teólogo Roger Schutz –conocido como hermano Roger- para fundar una comunidad ecuménica, dirigida a crear unión y reconciliación entre los cristianos, es decir, cualquiera que crea en Cristo.
“Este viaje es parte de un proyecto que se creó el 2014. Comenzó con una inquietud de experiencias pastorales que tuvieran relación con la oración. Decidimos contactar la experiencia Taizé, en Francia, que ha trabajado por más de 60 años la inclusión religiosa. Es un lugar donde todos los cristianos del mundo se unen para orar y hacer vida comunitaria, y también como un espacio de reflexión y retiro para algunas personas”, explica Lorena.
Los tres representantes de Belén Educa compartieron durante una semana con cerca de 200 adultos de distintas nacionalidades. Todos vivían en pabellones, además de otras familias que acampaban en el lugar, sin contar a los jóvenes que se encontraban en la comunidad, que eran más de mil.
La rutina diaria incluía tres momentos de oración grupal (mañana, mediodía y noche), donde se convocaba a los adultos, jóvenes y a los 75 hermanos Taizé. “La oración tiene como pilar el canto, la iconografía religiosa, que es parte del ambiente, y el silencio; mezcla esas tres características. La gente se sienta en el suelo, es un espacio muy grande, para más de seis mil personas, como un galpón, iluminado solo con velas. No se llama iglesia, porque convergen distintas religiones, es el lugar de oración”, relata Lorena.
El rito inclusivo ofrecía la posibilidad de comulgar, para los católicos, y quienes eran de otras religiones y no comulgaban, podían recibir en ese momento un pan.
“La gracia es que llegan evangélicos, católicos, protestantes, de varias religiones en torno a Cristo”, comenta Ricardo González. “La gracia era vivir el encuentro con la gente de distintos países en torno a la oración”, agrega.
¿Qué atesora de Taizé? “Me traigo el compartir con gente de distintas culturas y el no hacer diferencia, no etiquetar las religiones, sino mas bien encontrarnos en una experiencia sagrada en Cristo. Lo importante era ver la inclusión dentro de la oración, para poder transmitirla a los colegios de Belén Educa; compartir sin hacer diferencia con los demás”, dice Ricardo.
Luego de retornar de su viaje, que incluyó también una visita a Roma, donde visitaron El Vaticano, el Foro Romano, el Coliseo y la Capilla Sixtina, los tres representantes de Belén Educa pusieron de inmediato manos a la obra para transmitir los conocimientos adquiridos.
El viernes 30 de septiembre se reunieron en un retiro con 45 miembros de los equipos formativos de los colegios y les mostraron la línea Taizé. “Lo replicamos, aplicamos algunas cosas en la modalidad, en cuanto a temas breves y momentos de silencio. Nos interesaba muchísimo hacerlo en este retiro, porque en el fondo todo baja desde los equipos a los colegios”, destaca Lorena.
Su conclusión es que “Taizé es una experiencia muy inclusiva, te pone en una relación de igual a igual, sin importar el idioma, no se habla de profesión ni de cargo, nadie se presenta desde allí. Es otro concepto de persona, se valora mucho la diferencia, es una riqueza, no una amenaza. Ellos empiezan a valorar otras cosas y puedes mirar la fe desde otro punto de vista, no tan dogmático”.